Les hermanes sean unides

Reseña de la novela "Hermano", de Esther Gerritsen por Vir del Mar

Empecemos por saber quién es Esther Gerritsen. Es una señora monísima nacida en los Países Bajos en 1972. Escribió teatro, cuentos y novelas. Es una autora joven que está teniendo éxito por aquellos lados. Como está viva, es joven, mujer y seria, no hay demasiada información dando vueltas. Si quieren leer sobre ella un poco más, les dejo aquí una entrevista que le hacen a propósito de Sed, editada por Eduvim.

Pero la novela que aquí nos reúne se llama Hermano, y está editada por Caballo Negro. La primera edición es del 2021, súper reciente (ella la editó en los Países Bajos en 2016). Lo primero que me sorprende de esta novela es el inicio contundente y atrapante. Dice:

El hermano la llamó justo antes de perder la pierna. Ese año todavía no habían hablado.

Ya en las primeras líneas nos encontramos con un vínculo totalmente roto y con el conflicto explotando en nuestras caras. Pim, pam, pum, diría Paquita Salas. La novela, que con este inicio podría parecer un drama terrible, es en realidad irónica y divertida. Y sí, es un poco terrible por momentos, no voy a mentirte, Marge. A lo largo de la historia vemos como el mundo de Olivia, que es premeditado y perfecto, sin sobresaltos ni emociones abruptas, estalla ante la necesidad del hermano. De a poco, Marcus ingresa en su esfera íntima y hace estallar la mampostería que parecía impoluta. 

Hay diálogos que develan el acercamiento de la autora a la dramaturgia (escritura teatral). Tienen un balance perfecto entre tensión y acción. Siempre hay algo por debajo de lo que se dice, y esa puerta abierta del sentido es algo para agradecer, sin dudas. Para no spoilear demasiado, cito un diálogo también del inicio:

Marcus sollozaba y Olivia esperó a que pudiera volver a hablar.
Cuando se tranquilizó dijo:
–Estoy por entrar al quirófano.
¿Al quirófano?
–Van a ver si pueden…van a ver qué pasa con mi pierna.
–¿Vas al quirófano para ver qué pasa?
No, van a ver si la pueden salvar.
El hermano volvió a estallar en llanto.
¿De qué estás hablando? -le preguntó.
¿Salvar?
Está toda negra.
¿Qué cosa?
¡La pierna! -exclamó, esta vez enojado-. ¡Es lo que te estoy diciendo!
No, ¡no me dijiste nada!
¡Escuchame entonces!
¡Te estoy escuchando!
Debe hacer al menos cuarenta años desde que se gritaron por última vez (…)

Bueno, si así empieza, se imaginarán cómo sigue. Sin dudas es atrapante y los personajes nos presentan una complejidad que suma capas a medida que sucede la historia. El relato de Gerritsen nos presenta a esta mujer que se espeja fría y distante, encerrada en una burbuja de varones que ella juzga como sensibles e imbéciles. Acompañamos a Olivia en su camino por la cornisa, hasta que termina bailando la danza de las abejas y, quizás, descubriendo un amor fraterno que creía inexistente.

Un croquis para desandar el desamor

Reseña del libro "Cómo invocar contacto" de Azahar Lu. Por Vir del Mar.


Me pierdo en el colectivo, la maldición de Córdoba: en vez de tomarme el 600 me tomo el 601. Para quienes no son de acá, esos son colectivos que hacen grandes recorridos por los límites de la ciudad, no cruzan el centro como la mayoría de las líneas. El 600 va en sentido horario y el 601 en sentido antihorario. Parece simple, pero yo, una extraviada geográfica, me tomé el que no debía. Terminé en otra punta de la ciudad, muy lejos de mi casa. Pero no fue la única vez que me perdí en ese mismo lapso de tiempo. A la vez que mi cuerpo –el material– se desplazaba sobre el error de cálculo geográfico, mi cabeza se perdía en otro viaje: el de la lectura de “Cómo invocar contacto”.

 

En este libro, Azahar Lu, une pibe trans no binarie residente en Mendoza, nos propone un breve tratado amoroso para observar los modos de afectarnos en los vínculos y virar hacia otros lugares más libres. Como dice el prolegómeno de Carli Prado:

“Habitar la soledad sin desamor y no al revés”

El libro propone una primera guía de sentido: el corazón, para mantener la vitalidad, requiere de un movimiento de tensión y otro de relajación. ¿Por qué habitamos el querer desde la tensión si las reglas del cariño parecieran configurarse más por el lado de la distensión? En la velocidad tremenda y ansiosa que nos propone la existencia en nuestros tiempos, parecemos perder la perspectiva: deseamos amor como huecos a llenar. Venga quien venga va a dar lo mismo; buscamos un prototipo que llene nuestras expectativas, y por consiguiente, las de nuestrxs amigxs, familia, entorno. ¿Buscamos compañerxs o un producto específico de la góndola? Pues, amores, he aquí el gran problema: si de algún modo accedemos a los vínculos como quien mercadea un bien, iremos siempre hacia el fracaso. La fantasía, en este caso, jamás podrá ganarle a la realidad.

Azahar nos invita a atravesar las tristezas y dolores desde la calma, desde la contemplación y el aprendizaje. Evitar la teatralidad del dolor puede traernos un remanso, abrazar lo inevitable y expulsar lo que sobra, lo que está de más, lo que solo nos traerá dolor. Invita a trazar un recorrido sensorial a través de la respiración y el contacto, con unx mismx, con lxs demás, con el entorno. Estar presente en esa cartografía emocional, como una forma de transitar el dolor y potenciar lo posible

“No doler en vano, no sufrir, no herir, aunque lo hagamos de muerte, el encuentro posible”

La colectivera (una rara avis entre el plantel masculino de choferes), se apiada de mi confusión. Yo también trazo una cartografía, una secuencia de imágenes que encuentro en ese viaje, me asombro de ese accidente y resueno con la sensibilidad que Azahar me propone. Respiro. ¿Perdí tiempo? Sí, pero también di un paseo y logré conectar con un libro precioso.

¿Cuánto del disfrute perdemos en esta vorágine amatoria? ¿Cuán presentes estamos en los vínculos que habitamos? ¿Los habitamos? Esta oda al cariño como forma de vida, nos abraza desde la idea de cooperativizar lo vital: esa es la clave que pareciera construir vinculaciones con afección sensible, con aprendizaje y placer.

En la tienda este libro lo podés encontrar de dos formas: en su versión común y dentro del “Combo Afectos”. Este último es una experiencia lectora, o un regalo para unx mismx y otrxs. Se compone del libro, un infusor de Cerámicas Amanitas, un blend de té a elección y un Escándalo Zine. 

Podés ver a Azahar Lu hablando en este video.

 

Perón y Morfeo sentados en un árbol dándose besitos

Reseña de la novela "Los machos se duermen primero" de Rodolfo Omar Serio, editado por Omnívora. Por Vir del Mar.

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Lo primero que voy a decir sobre este libro es personal: fue la excusa para ponerme una librería. «De armas tomar», me dijo Rodolfo, el autor, cuando le conté esto. Escuché una entrevista en el podcast Puto Viejo, de El Vahído –lo pueden encontrar aquí–, y me quedó el deseo de leerlo dando vueltas. En Córdoba no se conseguía, y el precio de el envío era mayor que el del libro, un sinsentido. Un año después fui a Buenos Aires pre-pandemia y dije «esta es mi oportunidad», pero era Carnaval y las librerías estaban cerradas. Bueno, un intríngulis tras otro que derivan en la necesidad de crear un espacio donde nuestros libros puedan confluir. Y la espera, larga y ansiosa, tuvo un muy buen desenlace.

A la novela me la devoré. No solo porque el ritmo que propone es vertiginoso y ágil, sino porque recorre dos de las cosas que más me gustan: el peronismo y las maricas. Y lo hace de un modo inteligente y arriesgado, de manera crítica y a la vez graciosa. A través de la perspectiva de la marica protagonista, reconoce los avances políticos a la vez que denuncia lo que ya todxs sabemos sobre la Institución Militar a la que pertenecía el General: no aceptaba la homosexualidad, ni la transexualidad, ni nada que se saliera de la héteronorma. Nos guía y acompaña la pregunta de si esta postura era o no la de Perón.

“Qué pensaría el coronel de dos putitos que van a coger a su casa construida por el Banco Hipotecario; qué pensaría de los obreros que se miman en las fábricas cuando nadie los ve. Diría putos de mierda, como todos. No tendría que haber un solo puto peronista. Ahora pienso en Fidel y en su Revolución que no necesita peluqueros. Otro milico.” Página 16

Si la vida fuera Twitter (por suerte no lo es), esta marica estaría cancelada por ser una progre criticando todos los progresismos. Porque hay que decirlo: reparte shade para todxs. No me voy a poner a juzgar esto, que si tiene razón o no, que si opino que tal o cual; cada lectorx deberá poner a prueba su capacidad (o dificultad) para dejar ingresar críticas a su sistema de creencias. Un ejercicio necesario. Solo diré que el lugar de las contradicciones me resulta más que movilizante.

Lo que me parece muy interesante es el encuentro entre esta revisión al devenir histórico-político argentino y la búsqueda del deseo marica. Otra vez, desde un lugar problemático, en el mejor sentido. La lectura me despertó preguntas, me incomodó. ¿A quiénes deseo? ¿Deseo a las personas por quienes son o a determinadas características prefijadas? ¿En qué punto el deseo se vuelve un consumo? ¿El deseo es clasista? Yo supongo que sí, que el deseo, como tantas otras cosas, está sesgado por prejuicios y por lo que se nos enseña a desear. En general, se nos enseña que debemos desear personas que estén en nuestra clase social o que la supere, jamás hacia abajo. La cosa es bien aspiracional: tener más es ser mejores (ponele). Para el sentido común del consumismo, desear a una persona pobre, de clase trabajadora, que no sea universitaria ni heredera, está mal visto, es un problema, implica un descenso, una complicación. Nuestra marica protagonista sabe a quiénes desea, y lo hace, casi, como en un sueño, con esa misma ciclicidad, se embelesa con los mismos detalles, construye un catálogo de gestos “este es el típico pibe que…”.

Como lado B a estos recorridos corpóreos, se nos presentan caminitos sinuosos y oníricos plagados de elementos disímiles que componen un gran Bosco de la cultura argentina noventosa y de los dosmil. En esos sueños –un espacio recuperado por quien creyó nunca poder habitar las tierras de Morfeo–, también avanza otra historia: una diva extravagante –la Yokodama– busca incansablemente las últimas tres muñecas que Evita regaló. Una búsqueda del tesoro que nos revela una fascinación por la figura de La Capitana.

“La Yokodama le saca la caja de la mano y respira aliviada, pesa. Quiere sacudirla pero le da miedo que se rompa el contenido. Ahora tira de la cinta roja y abre la caja, hay una muñeca. Catita le dice: ‘¿vió que bien inconservada está?’ Es cierto, está bien. Pero la muñeca se parece más a Rubén Rada que a las Mariquita Pérez.” Página 131

Como ya les nombré, la novela ofrece puntos de anclaje históricos que permiten hacer lecturas críticas sobre el derrotero político-económico-social de nuestro país y de una supuesta argentinidad, si es que tal abstracción existe. Aparecen, además, como rasgos en la construcción del presente: los efectos aún visibles de la crisis del 2001, la mirada conservadora y de derecha que persiste en determinados grupos sociales post-dictaduras, los derechos conquistados que determinan cierto bienestar en relación al consumo.

Por último: me reí a carcajadas. ¿Qué más puedo pedirle a un libro que que me pasen cosas en el cuerpo?

Vir.