Agua – Lía Chara
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Dice Euge Murillo en esta nota:
“Puedo no necesitar, ni siquiera mi cuerpo” dice la voz en primera persona protagonista de esta novela que se escurre en una lectura plácida y contemplativa. Agua es la ópera prima de Lía Chara, editada por Rosa Iceberg, llega en tiempos en donde la tarea de inmersión en la fantasía se vuelve ardua. La autora gestiona el uso de la palabra y se anima a ocupar una página con una sola oración. Allí – y en muchos otros lados más- aparece la manera en la que Gabriela Cabezón Cámara define la novela en la contratapa y además se moja: “Agua es una novela extraordinaria: un poema” dice y suelta por ahí una ilusión a quienes leen para sumergirse. Lo que no es poco.
La protagonista de Agua tiene un dolor constante en uno de sus hombros, también, tiene que visitar asiduamente a Flora, una pareja, un amor, una amiga. Flora está internada en un hospital psiquiátrico en el conurbano. Esa visita es parte de su rutina semanal, como también lo son los ejercicios para amainar el dolor de la luxación. Acude a una pileta en donde conoce a una mujer ¿Sirena, medusa o pulpo? En su primer encuentro dice: “Veo su codo derecho, una cicatriz rosa lo cubre. Tengo ganas de llorar. Entonces siento que es la criatura más bella que jamás haya visto”.
Comienza entre ellas una relación que va y viene como los tentáculos de un lado al otro sumergidos, dándole ritmo a estos encuentros que son para la protagonista un parate de su rutina por momentos tormentosa, porque Flora es una a la que le gustan las islas flotantes -las tortas-, guarda alfajores en un sombrero y tiene una compañera de habitación sin piernas. Entonces se queda ahí: ”La Medusa me espera en la otra orilla, parece estar fumando mientras me mira. Me deslizo sin quitarle la vista de encima. Estoy cerca. Muevo piernas imitando a los que nadan y avanzo. Levanto brazo derecho hacia atrás, que cae y salpica. Detengo trayecto por dolor agudo en el hombro. Con mano izquierda lo abrazo durante unos segundos. Vuelvo la mirada hacia la medusa. Miro hacia todos lados. Ya no la encuentro”.
Hay existencias