Reseña del libro "Cómo invocar contacto" de Azahar Lu. Por Vir del Mar.
Me pierdo en el colectivo, la maldición de Córdoba: en vez de tomarme el 600 me tomo el 601. Para quienes no son de acá, esos son colectivos que hacen grandes recorridos por los límites de la ciudad, no cruzan el centro como la mayoría de las líneas. El 600 va en sentido horario y el 601 en sentido antihorario. Parece simple, pero yo, una extraviada geográfica, me tomé el que no debía. Terminé en otra punta de la ciudad, muy lejos de mi casa. Pero no fue la única vez que me perdí en ese mismo lapso de tiempo. A la vez que mi cuerpo –el material– se desplazaba sobre el error de cálculo geográfico, mi cabeza se perdía en otro viaje: el de la lectura de “Cómo invocar contacto”.
En este libro, Azahar Lu, une pibe trans no binarie residente en Mendoza, nos propone un breve tratado amoroso para observar los modos de afectarnos en los vínculos y virar hacia otros lugares más libres. Como dice el prolegómeno de Carli Prado:
“Habitar la soledad sin desamor y no al revés”
El libro propone una primera guía de sentido: el corazón, para mantener la vitalidad, requiere de un movimiento de tensión y otro de relajación. ¿Por qué habitamos el querer desde la tensión si las reglas del cariño parecieran configurarse más por el lado de la distensión? En la velocidad tremenda y ansiosa que nos propone la existencia en nuestros tiempos, parecemos perder la perspectiva: deseamos amor como huecos a llenar. Venga quien venga va a dar lo mismo; buscamos un prototipo que llene nuestras expectativas, y por consiguiente, las de nuestrxs amigxs, familia, entorno. ¿Buscamos compañerxs o un producto específico de la góndola? Pues, amores, he aquí el gran problema: si de algún modo accedemos a los vínculos como quien mercadea un bien, iremos siempre hacia el fracaso. La fantasía, en este caso, jamás podrá ganarle a la realidad.
Azahar nos invita a atravesar las tristezas y dolores desde la calma, desde la contemplación y el aprendizaje. Evitar la teatralidad del dolor puede traernos un remanso, abrazar lo inevitable y expulsar lo que sobra, lo que está de más, lo que solo nos traerá dolor. Invita a trazar un recorrido sensorial a través de la respiración y el contacto, con unx mismx, con lxs demás, con el entorno. Estar presente en esa cartografía emocional, como una forma de transitar el dolor y potenciar lo posible
“No doler en vano, no sufrir, no herir, aunque lo hagamos de muerte, el encuentro posible”
La colectivera (una rara avis entre el plantel masculino de choferes), se apiada de mi confusión. Yo también trazo una cartografía, una secuencia de imágenes que encuentro en ese viaje, me asombro de ese accidente y resueno con la sensibilidad que Azahar me propone. Respiro. ¿Perdí tiempo? Sí, pero también di un paseo y logré conectar con un libro precioso.
¿Cuánto del disfrute perdemos en esta vorágine amatoria? ¿Cuán presentes estamos en los vínculos que habitamos? ¿Los habitamos? Esta oda al cariño como forma de vida, nos abraza desde la idea de cooperativizar lo vital: esa es la clave que pareciera construir vinculaciones con afección sensible, con aprendizaje y placer.
En la tienda este libro lo podés encontrar de dos formas: en su versión común y dentro del “Combo Afectos”. Este último es una experiencia lectora, o un regalo para unx mismx y otrxs. Se compone del libro, un infusor de Cerámicas Amanitas, un blend de té a elección y un Escándalo Zine.
Podés ver a Azahar Lu hablando en este video.